Francisco Moliner y Nicolás
(Valencia, España, 1851 - Madrid, 1915) fue un médico, catedrático y político español.
En el año 1895 Francisco Moliner fue nombrado presidente del Ateneo Científico y Literario de Valencia, encargándose de la inauguración del curso con el trabajo Aspecto social de la tuberculosis.
En 1897 fue un año muy conflictivo para Moliner. Al anochecer del 1 de noviembre circuló por la ciudad de Valencia la noticia de que el rio Turia se había desbordado. Afortunadamente, esta avenida no afectó al casco urbano de la ciudad histórica. El tiempo siguió encapotado en los dias sucesivos, con lluvias contínuas, que el día 10 ocasionaron una crecida impresionante del caudal del Turia, que volvió a desbordarse a las siete de la mañana de forma inusitada, inundando en especial los barrios de Marchalenes, Zaidia, Grao, Nazaret y Cabañal, donde el agua llegó a alcanzar tres metros de altura. Hubo que lamentar desgracias personales y múltiples pérdidas materiales.
Todas las entidades culturales y asociaciones de Valencia se aprestaron a organizar actos que tenían como finalidad la ayuda a los damnificados, y entre estás se movilizó el Ateneo Científico, cuyo presidente era entonces Francisco Moliner. El 1 de diciembre de 1898 siendo presidente Moliner de la Comisión Provincial de la Cruz Roja de Valencia, expuso en el Salón del Trono del Palacio Arzobispal, ante una comisión que debía regirlo, su gran proyecto de creación de un sanatorio en la Cartuja exclaustrada de Porta-Coeli, que debía acoger a los soldados enfermos que estaban siendo repatriados a la península tras la reciente pérdida de las colonias de Ultramar.
El mantenimiento de Porta-Coeli tenía como base la fortuna personal de Moliner y las contínuas campañas populares que organizaba para recaudar fondos, entre las que no dudó en crear una comparsa de estudiantes con guitarras y bandurrias y desplazarse hasta Madrid, donde, como cuenta Teodoro Llorente Falcó en sus Memorias de un setentón, pidió audiencia en Palacio y se presentó con sus postulantes ante la Reina regente y el Rey niño Alfonso XIII. También editó sellos de ayuda y pidió suscripciones a los obreros valencianos. En 1909 pidió la creación de un Ministerio de Sanidad independiente, idea que también fue desestimada. el 21 de enero de 1915, tras una lucha contra corriente en defensa de los enfermos pobres y la dignificación de la enseñanza y la sanidad pública, fallecía en Madrid. Francisco Moliner, reconocido por unos y criticado por otros. Valencia, no obstante, ha sabido gratificar su tesón y su grandeza humana dedicándole una calle junto al actual Hospital Clínico y uno de los escasos monumentos que pueden enorgullecerla por la belleza de su factura. Este fue diseñado en 1919 por el arquitecto Antoni Flórez y realizado por el escultor José Capuz.
José Capuz Mamano
(Valencia, 29 de agosto de 1884 - Madrid, 9 de marzo de 1964)
fue un escultor español. Doctor Francisco Moliner, Valencia 1919 (Se puede poner hipervínculos a la estatua ¿) estando ubicado en el paseo de la Alameda. En el centro aparece la figura de Moliner, revestido con la toga universitaria. A ambos lados le flanquean dos matronas que simbolizan el amor y la ciencia.
Miguel Hernández Gilabert (Orihuela, 30 de octubre de 1910 - Alicante, 28 de marzo de 1942) fue
"Puede que aquí se acabe lo que he venido en llamar mi periodo de "turismo carcelario". De alguna manera cariñosa, poética y humilde tenía que llamar a esta vida mía de ir llevado de una cárcel a otra para que Josefina no se lo tomase como la mayor de las desgracias. Bastante desgraciada es su propia existencia conmigo para que además yo venga amargándosela aún más con llantinas indecentes por carecer de libertad. Esta residencia mía de ahora no es propiamente una cárcel aunque yo siga siendo un preso, sino que, al fin, me han trasladado al sanatorio para tuberculosos de Porta Coeli, en Valencia. Ahora tengo 31 años cumplidos (1941), de los cuales he pasado los tres últimos en un total de 8 centros de los así conocidos como penitenciarios, más los días de retención en Albacete en mi último recorrido. Pero puede que aquí acabe ya este deambular insomne.
Cuando pueda ponerme a escribir lo haré hacia atrás, comenzando con el día que me trasladaron desde la enfermería de Alicante al hospital para tuberculosos de Porta Coeli en Valencia. Eso fue tan solo hace unos días, no sé cuántos con exactitud, tendría que preguntárselo a Josefina, pero no importa. Lo que oía decir a través de la fiebre y de la tos, a través de mi seminconsciente voluntad, era que ya mi cuerpo no llegaría vivo. Entonces, pese al malestar del viaje, yo me sentí seguro, y luchando por esparcir de mi inconsciencia las palabras de los enfermeros y capellanes que anunciaban el imposible, reconocí que aún no estaba muerto porque sentía el frescor del campo entrar por las ventanillas y porque escuché que el chófer le dijo a Josefina: «Aquí tengo más paños por si los necesita para seguir limpiando».
Entonces comprendí que ya no me moría, que no estaba dispuesto a desaprovechar esta ocasión que me llegó, aunque tarde, de una cárcel a otra pero por la carretera. Noté que recuperaba un fluido de fuerza y pude decirle: «!Ay, hija, Josefina, qué desgraciada eres!»
Ella se lo tomó como un agravio, como una ofensa a su fortaleza de mujer estragada pero fuerte y se limpió las lágrimas. Se limpió las lágrimas con resolución de campesina orgullosa, me besó suavemente en la frente y ya no la he vuelto a ver llorar nunca más.
No sé aún cuántos días llevo aquí, pero ahora estoy flojito, todavía me encuentro malucho, algo desconcertado por la reviviscencia. Son las diez y media de una mañana de luces malvas que se van ampliando hacia el azul del mediodía valenciano. Josefina, no sé cómo habrá podido comprarlo, me ha traído un reloj, lo más parecido al que me regaló Vicente para mi boda y tuve que vender en aquel pueblito de Portugal para poder continuar viviendo. Me lo puso en la muñeca y me siento feliz al mirarlo. ¿Qué sentirá Vicente, en su continua enfermedad, en su reclusión de monje bueno, cuando le llegue de mi puño y letra la noticia de que podemos seguir siendo amigos y poetas?.
Antonio Abad Lugo Machín,1 conocido como Antonio Machín
(Sagua la Grande, Cuba, 11 de febrero de 1903 - Madrid, España, 4 de agosto de 1977), fue un cantante cubano de boleros y de música popular en general. Basó su repertorio en la música cubana y la balada romántica. En la década de los 60 estuvo visitando el sanatorio de Portacolei del cual tenernos una fotografía junto con Don Luis de Velasco
Manuel "Manolo" Rivas Barrós (La Coruña, 24 de octubre de 1957) es un escritor, poeta, ensayista
Se trata de una novela corta que narra la historia de un amor en tiempos de guerra entre los personajes de Marisa Mallo, hija de una familia de derechas, y el médico republicano Daniel da Barca, preso en la cárcel de Santiago de Compostela.
La novela fue publicada en 1998, en gallego, por la editorial Edicións Xerais (ISBN 8497823915) y traducida al castellano en Alfaguara (ISBN 8420468630), mientras que la película fue estrenada en 2003.La novela ganó el Premio de la Crítica Española, el Premio de la Asociación de Escritores en Lengua Gallega, el Premio Arzobispo Juan de San Clemente y el Premio 50 aniversario de la sección belga de Amnistía Internacional en 2001.
Juan Carlos Claver Cineasta. Dirigió dos películas que se filmaron
Carmen Amoraga Toledo (Picaña, 7 de septiembre de 1969) es una periodista, política y escritora española
El tiempo mientras tanto de Carmen Amoraga . Finalista Premio Planeta 2010.
"La acción transcurre en Valencia (no siempre tiene que ser en Madrid o Barcelona), tierra de la autora.María José está en coma en el hospital. Es un "tráfico", un accidente (que curioso que también se denomine así a los eventos cerebro vasculares que pueden dar lugar a un infarto o a un derrame cerebral en muchos casos con la misma consecuencia: el coma).La vida, todas las vidas son un cúmulo de casualidades, de pequeñas decisiones intrascendentes que nos pueden cambiar la vida.
«La mujer que va a morir y no lo sabe, o quizá sí, se despierta por primera vez a las siete en punto. A esa hora suena el despertador, pero ella lo apaga y se da la vuelta para seguir durmiendo un poco más». (Página 289)
Si se hubiera levantado en ese momento, si no se hubiera dado la vuelta para meter las cosas en el lavavajillas, si no hubiera ido por la autovía en lugar de por el centro, no se hubiese cruzado con Agustí Bayarri, cuyo coche saltará la mediana de la autovía para estrellarse contra María José.
Por la habitación del hospital van pasando aquellos que la quieren, Paco su padre, que pasa los mañanas con ella; Pilar la madre que sufre en silencio con ella por las tardes; Marga su íntima amiga desde la infancia que pasa con ella los tardes del miércoles; Cleopatra, la cubana contratada para pasar la noche junto a ella; Joaquín el marido, que deambula por el hospital sin atreverse a entrar en la habitación.
A través de ellos conoceremos la vida de María José, y las suyas propias.
EL TIEMPO MIENTRAS TANTO
He de reconocer que El tiempo mientras tanto ha supuesto para mí una gran sorpresa, porque el que hubiera sido finalista del Premio Planeta 2010 (el que ganó Eduardo Mendoza con su Riña de gatos) no constituía atractivo ni garantía suficiente.
Ambas tienen un punto en común: una hija se está muriendo en un hospital. No desvelo nada con ello, pues aunque no hayas leída nada del libro, ni siquiera su contraportada, lo sabemos desde las primeras líneas:
«La mujer que va a morir y no lo sabe, o quizá sí...» (Página 9)
Sin embargo el planteamiento en ambos es totalmente distinto, pues mientras que Paula es una exaltación a la vida y la alegría de vivir, El tiempo mientras tanto no gira tanto en torno a la muerte, sino sobre cómo la certeza inevitable de la muerte de un ser querido, sirve de catarsis para cambiar la vida de los que un día la amaron, sus padres, su amiga íntima y su marido.
PERSONAJES
No hay ninguna duda de que con María José en el centro, desde la cama del hospital, ésta es una novela coral, en la que todos los personajes que aparecen tienen su propia parcela e importancia:
José Sanchis Grau (Valencia, 19 de junio de 1932 - id., 2 de agosto de 2011)1 fue un historietista
